Primera jornada:
En la mirada de mi taquillera favorita ví que no iba a entrar a la sala. Su amiga estaba en la taquilla ayudándola en el despacho de entradas y, según me comentó, entre lo que había visto pasando por la sala y lo que le había contado su amiga, había visto claro que no era el tipo de película que más le convenía ver en las circunstancias anímicas que está viviendo: "Está demasiado bien hecha y me afectará mucho, ergo no la pienso ver... que luego lo paso mal y, además, está en panorámico". La presencia de 'ergo' en su argumentación ya me indicó que poco más iba a poder negociar para intentar hacerla cambiar de opinión pues la fluida afluencia de público dejaba pocos y breves resquicios de tiempo como para mantener una conversación que fuera más allá de monosílabos o frases telegráficas y el remate de 'está en panorámico' remachaba su opinión, era el clavo que mutaba su posición en inamovible, ¡que ya nos conocemos!; por tanto, me alejé de la taquilla y me acerqué a la puerta.
"Está mucho mejor que la de los piratas", me comentó el portero una vez que hubimos intercambiado parabienes. "¿Sí?", respondí aún en la línea monosílaba que traía desde la taquilla. "Y tanto, no hay color. Esta es una película, película", comentó el portero mientras rompía las entradas de quienes iban entrando a la sala. "Pues en la taquilla me han dicho que es panorámica", aduje recabando más precisión. "¿Panorámico?. No me he fijado en ese detalle. Se ve muy bien, por eso. Igual lo han hecho así para que no se disparara el presupuesto: en panorámico no sale tanto por pantalla y hay que cuidarse menos de lo que entra en campo", completó su resumen de opinión. "Pues igual van por ahí los tiros. Tú sí que sabes", comenté. "Ya llevo unas cuantas películas vistas", aseveró.
"Dentro de nada es 11 de Setembre", dije mixto y a modo de capote evasor de sus comentarios al respecto de cuando empezó en mi cine preferido. "Y en nada estamos en la Merçè", dijo haciendo coincidir la cedilla con el sesgado de las entradas que le acababan de ofrecer. "Y poco después estaremos en el Festival de Sitges", oí que decían quienes habían entregado las entradas. Miré hacia quienes habían hablado y me encontré con Pedro y un amigo suyo que sonreían ante la ya habitual coincidencia en estrenos y películas de visionado requerido que últimamente mantenemos.
Sin más, me subí hacia la sala para verme envuelto en la bruma del grupo de comandos que atacan una posición de artillería. Este comienzo, con el agua al cuello, manteniendo los fusiles por encima de las cabezas y soplando periódicamente la mecha enrollada en la muñeca para mantenerla encendida se mantuvo casi hasta la mitad de la película. Allí estaba yo procurando que no se apagara la llama del interés conforme transcurría la película. No acababa de enterarme de lo que estaba ocurriendo. La ambientación está conseguida, los actores cumplen y la mayoría con nota pero no entiendo el intríngulis y me encuentro perdido en la trama. ¿Será porque no he leído las novelas de Alatriste?. ¿Será porque hay cinco novelas condensadas en una película?. ¿Será porque siendo una película de época no la encuentro espectacular?.
Hacia la mitad, empiezo a encontrarle el tranquillo. Las piezas y personajes empiezan a encajarme y me percato de que, tal como está planteada la película, han habido muchos detalles significativos que me han pasado desapercibidos y que podrían haberme hecho sintonizar con las imágenes mucho antes.
El tramo final, en el campo de batalla de Rocroi, alcanza cotas sublimes. Si hasta entonces había venido notando que la pantalla era panorámica, en esas escenas las franjas laterales desaparecen barridas por los sonidos de las picas al entrechocar y el aspecto sepia de la fotografía.
Luces encendidas. Mientras bajo hacia el vestíbulo convencido de que se impone un segundo visionado coincido con Pedro y su amigo que están recogiendo sus pertenencias. "Impresionante", sintetiza Pedro muy en su estilo. Su amigo, asiente. "No he entrado hasta bien pasada la mitad de la película", comento aclarando mi posición actual pero sin desvelar mi plan venidero. "Impresionante", reitera Pedro muy en su estilo. Su amigo, asiente. Viendo que de ahí no van a salir, cambio la conversación hacia la proximidad del Festival de Sitges y hablamos un poco sobre lo que se prepara para esta edición. Ellos se van y me quedo recogiendo las butacas.
"Vaya voz que le han puesto al Viggo Mortensen", comenta una de las acomodadoras a mi paso. "Pues yo la he encontrado interesante, como si formara parte de la ambientación ya que le da un aire de cicatriz no visible pero significativamente perceptible", respondo al vuelo. "Así visto, ya puede ser. Igual que cuando repasa las cicatrices del torso, ésta sería una más", sigue la acomodadora. "Sí, no se dice cuándo o cómo fue pero habiendo visto que a la que pueden las espadas buscan el cuello, no me extrañaría que hubiese sido en una batalla o en un duelo", concluyo. "Me has convencido y ahora me parece que hasta le da un aire más interesante al personaje", añade llevándose pensativamente el pulgar hacia la barbilla. "Un hombre con pasado siempre resulta un hombre interesante", dejo ir. "Lo que pasa con esta película es que parece como si faltaran escenas y una se pierde un poco, además de que no puedo verla de seguido pues tengo que estar por el público", arguye mientras se aleja para acabar de repasar las butacas que de abajo ya se oyen comentarios de que han terminado su parte.
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Segunda jornada:
"No rey, no voy a entrar a la sala", aseveró mi taquillera favorita mientras apretaba grácilmente los labios en constatación de que para ella dos negaciones consecutivas tan sólo son reafirmación de la negación inicial.
Alegar por mi parte que dos negaciones, tal como ella había expresado, en lógica se entienden como una afirmación tan sólo hubiera servido para darle pie a que dijese que me bajase de la nube teórica porque una cosa es la lógica aplicada que se estudia y otra muy distinta la lógica que se aplica en la práctica.
"Alatriste ha ganado en mi apreciación desde que la ví anoche y aquí me tienes, dispuesto a verla una segunda vez para degustarla con calma y ver de encajar las piezas del engranaje argumental que se me quedaron en el aire", dejé ir de corrido en un intento de tentarla en última instancia pues la hora de inicio de la sesión estaba al caer.
"Bueno, siendo así, entra, la ves y me la cuentas", dijo con una sonrisa de no se hable más sobre el asunto.
"¿Por voz o por escrito?", dejé ir con la doble intención de no quedarme sin decir la última palabra y de dar un paso en la dirección de informarle de que dispone de un apartado propio en las crónicas; algo que algún día tendré que comentarle.
"Venga pasa a platea que tu amigo guionista ya hace rato que está dentro", despejó la amiga de mi taquillera favorita mientras despachaban a los que aún esperaban para sacar la entrada.
Cambio de perspectiva. En platea, hacia la mitad de sala y por segunda vez, las cosas de pantalla se ven con otros ojos y pude entrar en los entresijos de la película desde que el título de Alatriste es barrido por un hipotético soplo de aire.
Encendidas la luces, comenté la jugada con mi amigo guionista a quien por la mañana, en el frontón, le había comentado la falta de emotividad general que había notado en el visionado de la noche del estreno.
"Tu taquillera preferida dice..."
"Favorita, mi taquillera favorita", le interrumpí matizando.
"Ya. Vale. Tu taquillera favorita dice que los "enteradillos" dicen que eso de adaptar los cinco libros del Reverté, se nota en el resultado, en que hay muchos "cortes". Pues sí. En Titanic había un suceso único, y duraba tres horas. Aquí hay un montón, cada uno de los cuáles podría durar tres horas. Exceso de síntesis igual a falta -tal como tú me has comentado esta mañana- de emoción", sintetizó.
"Pues mi apreciación ha cambiado con este segundo visionado. Ahora la he encontrado más compacta y al entender el cuerpo de la trama no he notado que faltasen ni sobrasen trozos. Hoy me ha gustado en la totalidad, supongo que al no ir despistado con los personajes que aparecen me he podido concentrar en las imágenes y me parece que es una película que no busca la espectacularidad sino más bien la emotividad contenida, matizada y sostenida. Lo que me ocurrió ayer es que al ser de época, capa y espada, la esperaba por un camino que no es el que realmente lleva", me explayé.
"Yo no voy a poder verla una segunda vez", comentó mi amigo guionista.
"Pues me gustaría poder verla una tercera pero tampoco voy a poder, al menos por ahora", aduje mientras a mi izquierda una señora se levantaba quejándose de que había acabado cansada de tanta sangre.
Seguimos comentando las escenas que más nos habían gustado si bien tuvimos que dejarlo porque las luces empezaron a apagarse y mi taquillera favorita nos hacía señas de que había que abandonar la sala para que pudieran cerrar el local.
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