sábado, agosto 19, 2006

La casa del lago

"Ya subiré en cuento pueda, pero ya la he visto porque ha venido mi amiga en la sesión de tarde y hemos entrado a la sala", comentó mi taquillera favorita adelantándose a mi habitual 'No me tardes'.
 

"Y que tal está", dije solicitando más información.

"Un poco liada, no la he entendido muy bien", respondió.

"¿No le han sentado bien las vacaciones?", inquirí.

"¿Qué vacaciones?. No te líes. ¡No me líes!. Lo que que pasa es que hay una diferencia de tiempo entre los dos protagonistas y no lo he acabado de pillar bien. Cómo no la hemos visto desde el comienzo.", completó informativamente.

"Bueno, pues subo a ver que pillo yo...", dejé ir a modo de interludio conversacional.

Saludé al portero y me respondió con un "¿Se puede estar en un mismo lugar en diferente tiempo?". Pillado así, a salto de mata, no pude más que responder para ganar tiempo un "claro que sí, mírate tú mismo mañana a esta hora, estarás más o menos en la misma baldosa". "Vale, vale", dijo sonriendo, "no me he expresado bien. Me refería a si dos personas pueden estar en el mismo lugar en diferente tiempo pero en el mismo instante" y se me quedó mirando en espera de una respuesta. "Piensa en un bloque de pisos, el del tercero puede ocupar el mismo lugar que el del segundo sólo si los proyectamos sobre la planta baja. Mismo lugar pero distinto piso, distinta vida; casi como si fuese distinto tiempo. Si coinciden es haciendo un juego de proyección, casi una ficción", razoné. "Ah, ya has visto la película con las muchachas en la sesión de tarde...", dejó ir acompañado de una pícara sonrisa. "No, no, acabo de llegar y casi ni he podido hablar con mi taquillera favorita", aclaré. "Pues con el ejemplo del bloque de pisos me ha querido parecer que la habías visto porque va de una historia de amor con el tiempo como separador y la arquitectura como aglutinante", añadió el portero mientras, señalando hacia la sala, me indicaba que subiese que ya estaba empezando la proyección.

Fantasía, romance, drama y comedia en la pantalla. Sin embargo, los actores cedieron paso a la casa, al juego de la diferencia temporal salvada por el enlace espistolar y al sugerente planteamiento de la la arquitectura como proyección vital del tiempo y del espacio. Estaba más pendiente de cómo se desliaba la madeja de la trama que de los protagonistas. La historia se mantenía por sí misma mientras los actores recitaban sus diálogos.

En esas subió mi taquillera favorita y como ya la había visto no tuve que ponerla en antecedentes. Al cabo de un rato fui a hacerle un comentario y me encontré con que si bien estaba presente de cuerpo no lo estaba de ánima. Un buen ejemplo de dos situaciones distintas en un mismo espacio-tiempo; todo depende del observador exterior pues en el origen tan sólo ocurría que estaba reponiendo fuerzas.

Sabiendo que mi taquillera favorita estaba pero no estaba, me concentré en seguir la película con el interés de ver cómo se resolvía la cuestión de los dos enamorados unidos por el tiempo que los separaba.

Acabada la proyección, encendidas las luces, mi taquillera favorita sentenció antes de bajar hacia el vestíbulo: "No está bien explicada. Se podría hacer que se entendiera mejor".

"Está más sugerida que explicada. Al fin y al cabo los sentimientos no pueden explicarse demasiado" aduje.

"Con el dinero que se han gastado en la película bien podrían haber sugerido una explicación con más chispa, que atrapara a más gente, a mí sin ir más lejos", remató mientras bajaba.

Fantasía no parece haberle encajado con romance, drama y comedia.

Se volvió a mitad y a paso decidido llegó hasta donde estaba tomando notas. "¿Ellos dos, qué tal?", preguntó.

"No me han dicho demasiado", respondí levantando la vista de mi agenda.

"No es que digan demasiado, dicen bien poco. No he entrado en el romance y no he entendido la fantasía", sintetizó.

"Ya. Pero el planteamiento me ha gustado. De hecho ha sido lo que me ha mantenido atento", expuse.

"Pues yo no he encontrado donde asirme", fue su despedida, dejándome con mis conclusiones.

Fantasía y romance, sin chispa, aceite y agua. Pero si se mantienen sin mezclar es posible libar el compuesto que más agrade.

Romance sin chispa entre sus protagonistas, nimio asidero.

Y si embargo, tiene algo la casa del lago: será el juego del tiempo, será el juego del correo como puente intemporal, será el juego de la casa en el lago como referencia a las construcciones sobre las que se edifican nuestros sentimientos. Lo que seguro no es, es la pareja protagonista; pero eso ya es otra película.